El Tao y el Vacío Creador

"Hay algo sin foma y perfecto
que existía antes de que el universo naciera
Es sereno. Vacío.
Solitario. Inmutable.
Infinito. Eternamente presente.
Es la madre del Universo.
A falta de un nombre mejor...
lo llamo Tao.

Fluye a través de todo,
dentro y fuera de todo,
y al origen de todo retorna.

El Tao es grande
El universo es grande.
La tierra es grande,
El hombre es grande.

El hombre sigue a la tierra.
La tierra sigue al universo.
El universo sigue al Tao.
El Tao se sigue a sí mismo."

Tao-Te-King, cap 25.

lunes, 4 de enero de 2010

El valor de las cosas.


El valor que le damos a las cosas es directamente proporcional al valor que reconocemos en nosotros mismos.
Esto puede parecer al revés, pero no es así.
Intentaré explicar, lo mas brevemente posible, por qué.
La cosas tienen un valor infinito porque nuestro valor es infinito.
Nuestro valor es infinito porque lo que somos es infinito.
Exactamente lo mismo se puede decir de las cosas, las cosas tienen un valor infinito porque lo que son, lo que realmente son, es infinito.
Es este un valor intrínseco, que nada tiene que tener con el materialismo al uso, ni con el valor estético, ni con el funcionalismo.
Es un valor por sí mismo.
El valor de un perro es él mismo, y lo mismo sucede con una mesa, un sacacorchos o un yate de lujo.
Su valor es su existencia misma.
Uno puede decir que esas cosas valen por su uso, por su utilidad, por lo que cuestan, etc, etc, pero estos valores serán siempre relativos a como y porque nos valoremos a nosotros mismos, no absolutos.
Uno también puede decir que las cosas no tiene ningún valor por si mismas, que son todo ilusiones a las que entregamos atención, poder, o energía, y aun siendo así, las cosas seguirán siendo en si mismas, como reflejos o manifestaciones de un infinito cuyo valor es infinito.

Cuando el valor es infinito el valor resulta incalculable, se trasciende el concepto de valor mismo, quedandonos a solas con el milagro de percibir el infinito en cada cosa.

El infinito de una cosa percibiendo el infinito de otra cosa, es solo el infinito percibiendose a si mismo.
El valor relativo de las cosas se mueve en la paradoja solo mientras nos percibimos separados de las cosas.
Cuando nos sentimos separados de las cosas solo podemos desearlas o rechazarlas, pero no podemos sentirlas como parte de ese infinito que somos.
Sentir que el cable de teléfono, o las teclas de ordenador con las que estoy escribiendo este texto son parte inextricable de mi.
Sentir que al comer me estoy comiendo a mi mismo, y que resulto delicioso en la forma de costillas con patatas, y pastel de manzana. Sentir que mi forma de cama es realmente valiosa para mi forma de cuerpo cansado, o que mi forma de coche es realmente indispensable para mi forma de hace frío, llueve a cantaros o llego tarde al trabajo. Percibir que mi forma de rosa es realmente estimulante para mi forma de nariz, o que tal pieza de música es justo el bálsamo adecuado para mi forma de oido. Pasear con mi forma de cuerpo por mi forma de calle cruzándome con otras formas de mi mismo, ignorarlas o sonreirlas y ver como mi forma de extrañeza se extraña de mi forma de ignorancia o de sonrisa.
Este es el valor real del que hablo, una valor que sencillamente es por si mismo, y que no es dual, sino uno, ya que engloba tanto las cosas como al que valora o denigra las cosas, y el mismo acto de valorar o denigrar las cosas. No hay sujeto ni objeto, sino acción, amor, unidad. Son lo mismo.
Claro que para llegar aquí hace falta haberse apegado mucho a las cosas, o haberlas despreciado mucho.
Ramana decía que las cosas no pueden aportar ninguna felicidad, sino que es el recate de nuestra atención puesta en las cosas lo que nos devuelve al estado de quietud y de dicha, la paz y la felicidad que uno siente por un segundo al satisfacer un deseo, hasta que el próximo surge.
Lo malo de esta cultura materialista y consumista en la que vivimos, es que es una fábrica de deseos tan bien diseñada que apenas tenemos tiempo para reconocer que este estado de dicha parte de nosotros mismos.
Si no nos dejan el tiempo suficiente sin deseo, para reconocer que no necesitamos nada para ser felices, ¿como reconocer nunca el valor de las cosas por si mismas?.
¿El valor que se muestra solo al renunciar al deseo y dejar que sean las cosas las que se muestren por si mismas, y nos reflejen la unidad de todo lo que existe?.
El valor de las cosas es infinitamente proporcional al valor que descubrimos en nosotros mismos. No estoy hablando de pegarse un cursillo de autoestima, de coaching, o de PNL, no estoy hablando del cuerpo-mente, sino del valor absoluto del ser, por si mismo, y nada mas que por ser y existir en todas las formas posibles...
(Silencio...).
Todas las cosas tiene un valor infinito, sobre todo las que no nos gustan.
Hoy me he levantado en una tristeza profunda, sin ánimo de hacer nada.
Me he quedado allí, mas porque no puedo hacer otra cosa, que por estoicismo.
Como su existencia era un hecho en si mismo, le he dado espacio, espacio para que la tristeza se expresara a si misma.
Aun se lo estoy dando, ese y todo el que necesite, todo el del mundo.
Y en ese espacio la tristeza tiene un valor completo y absoluto, un valor de existencia inocente y pura, sin clasificaciones, sin justificaciones, sin elaboraciones mentales, sin juicios. No le he dado espacio a esta tristeza para observarla, para analizarla, para saber de donde viene, que la ha causado, que es lo que tiene que decirme, o a donde va a ir...hacer esas cosas no es darle espacio en absoluto. Es mercadear con nuestros sentimientos, en vez de dejarlos ser.
El espacio que le he dado significa lo siguiente:



"Te veo, tienes un valor inestimable porque me haces sentirme y reconocerme a mi mismo en la forma de tristeza, y solo por eso te estoy infinitamente agradecido.
No tengo nada contra ti, no me importan tu origen ni tu destino.
Estas invitada a quedarte o a pasar de largo en este espacio.
Puedes llorar, o gritar, o seguir goteando gotas de tristeza sobre mi corazón el tiempo que quieras, el tiempo que necesites.
Puedes hacer lo que quieras porque eres otra forma mía.
Y yo me amo a mi mismo.
Asi que vive, exprésate a ti misma, siéntete libre."



Este, y no otro, es el valor del que hablo.
El infinito valor del infinito que se expresa infinítamente a sí mismo en todos los infinitos-cosas que nos reflejan el juego de nuestro propio infinito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario