El Tao y el Vacío Creador

"Hay algo sin foma y perfecto
que existía antes de que el universo naciera
Es sereno. Vacío.
Solitario. Inmutable.
Infinito. Eternamente presente.
Es la madre del Universo.
A falta de un nombre mejor...
lo llamo Tao.

Fluye a través de todo,
dentro y fuera de todo,
y al origen de todo retorna.

El Tao es grande
El universo es grande.
La tierra es grande,
El hombre es grande.

El hombre sigue a la tierra.
La tierra sigue al universo.
El universo sigue al Tao.
El Tao se sigue a sí mismo."

Tao-Te-King, cap 25.

viernes, 29 de mayo de 2009

El fin de la Crisis.


Todo trabajo que no parta de la libertad creativa interior es inevitable e invariablemente una forma de prostitución.
Una forma de prostitución creada por un chulo enajenante y gigantesco llamado sistema, y sostenido por un tejido social basado en el miedo que se ha terminado por convertir en un gigantesco burdel donde se trafica con las apariencias.
Son tres los pilares que sostienen este mercado donde se mercadea no solo con dinero, sino con sensaciones, emociones, pensamientos y sentimientos. Los tres hermanos se llaman el dominio, la sumisión, y la seducción, cuyo apellido es el mismo: Vacio y Carencia.
Cualquier forma de prostitución laboral, emocional o mental se basa en uno de estos pilares, que la mayor parte de las veces forman un tejido indivisible donde el tirano, la víctima y el seductor se complementan y se retro-alimentan.
A su vez estos pilares se elevan sobre unos cimientos que todos conocemos como miedo, aunque nadie lo llame por su nombre, sino por cualquiera de sus muchas máscaras: instinto de supervivencia, necesidad, ley de la selva o sentido común, son algunos ejemplos de los muchos disfraces que los amos del miedo le han puesto a su perro para que no le miremos directamente a la cara, que es el primer e inevitable paso para vencerlo.
Cada uno de nosotros tiene, en su historia personal, una relación personal e intransferible con este miedo, y con los tres pilares sobre los que se asienta el sistema. No hay nadie, nadie en el entero mundo que no le haya hecho el juego, o se lo siga haciendo, consciente o inconscientemente, a este inmenso ingenio concebido desde el principio para despojarnos de lo que has sido siempre nuestro por derecho, esto es la libertad y el poder de crear nuestra propia vida, y decidir sobre ella.
El comienzo del miedo tiene sus raíces en el único lugar en donde podría hacerlo, en la inocencia y en la vulnerabilidad del niño pequeño: todo niño es una obra de arte, un poema a la libertad, y la espontaneidad hecho carne, pero también lo es a la vulnerabilidad, y la fragilidad, a la necesidad de amor, cariño y afecto, y es por esta necesidad que el miedo encuentra su primera veta, primero a través de los acuerdos emocionales que hacemos con nuestros padres, acuerdos tipo si haces esto no te quiero, y si haces eso te daré aquello, y que luego se desarrollan y se hacen mas complejos en los contratos sociales que hacemos con la sociedad que nos acoge en su seno, acuerdos donde empieza esta interminable lista de tengos y debos que desemboca en esa gigantesca neurosis social que aun esos poderes fatuos llamados fácticos nos intentan vender como inevitable, mientras aun nos sentimos demasiado frágiles e indefensos, demasiado inconscientes como para crear o saber que podemos crear una vida autónoma y plena.
No es la intención de este artículo profundizar sobre los acuerdos emocionales y mentales que conforman la base del ,miedo, sino señalar que es por este mecanismo por lo que el miedo, sus pilares, y el entero prostíbulo de necesidades que nos tiene vendidos de los pies a la cabeza se opone radicalmente a lo que es nuestra verdadera naturaleza, que es la libertad creativa que nace espontáneamente del amor y de la confianza.
Nadie que haya crecido en un entorno de libertad, entendida en el sentido de dejar que el niño se desarrolle a si mismo sin temores y proyecciones ajenas, mas que los que le son propios por su condición de dependencia, amor y confianza, necesitará sostener su vida en cualquiera de los pìlares del miedo, no necesitará ni imponerse, ni someterse ni seducir a nadie por miedo a la supervivencia, en cualquiera de sus formas, material, emocional, etc...ni le verá cualquier sentido a un sistema de mercadeo en el que nadie se fía de nadie, mientras siguen ensayando esas sonrisas que espantan a los niños aun sanos nada mas verlas.
Desafortunadamente estos casos son la excepción que confirma la regla, y todos o casi todos hemos crecido en un ambiente de miedo e interiorizado sus leyes de mercadeo.
El trabajo, la relación de pareja, la salud, o cualquiera de nuestros ámbitos de expresión solo tienen dos alternativas, o crecer en el amor, la libertad y la confianza, o en el miedo, y en sus tres estrategias. Es por eso que sin la libertad creativa, sin la libertad interior, es imposible cualquier realización de lo que somos, porque lo que somos, que es libertad y amor, ha de expresarse a si mismo para encontrar su realización.
Cualquier trabajo, relación, afiliación, etc... que se base en el miedo, o en el que se puedan identificar una de sus estrategias (dominio, sumisión o seducción) es producto del miedo y de la dependencia nacida de los acuerdos que hicimos de pequeños, cuando hicimos nuestra la creencia de que es necesario hacer algo para que te quieran, es decir, que es necesario procurarse una moneda de cambio en un sistema que no reconoce ni ama las personas por lo que son, sino que las adora o las humilla conforme los que hacen o lo que tienen, porque sus raíces se hunden en el miedo, y están podridas hasta la médula. Un sistema podrido y descompuesto que hace de sus miembros autómatas, y que no tiene remedio, que no tiene otra salvación más que morir y renovarse por completo.
Es por esto que la crisis global que atravesamos no solo no tiene solución, sino que es necesario que no la tenga, pues si la tuviera sería solo un cambio de estrategia, una nueva máscara del miedo, mas sutil y refinada, en vez de una purificación y una renovación, en la que el miedo sea quemado y reducido a cenizas para que la simiente del amor, de la libertad y de la confianza que todos llevamos en el corazón pueda nacer y desarrollarse conforme a lo que es su propia naturaleza: expandirse y sembrar más amor, amor que necesita de la libertad y de la confianza para convertirse en el Árbol de la Vida, y en Jardin del Eden que es el sueño del dios/a que somos, y que será el mundo basado en la libertad y el amor, y no en el miedo.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Creación y Sanación.


Desde hace mas de un año y medio que estoy varado en medio de una tormenta personal, emocional, y profesional sin precedentes porque no consigo definir mi trabajo, y porque me siento a medio camino entre el sitio en el que estaba y el lugar al que no acabo de llegar.
El signo positivo de esta sopa cuántica de posibilidades entre las que derivo es no sólo el inmenso caudal de creatividad que fluye de mi en cualquier cosa hacia la que mi atención se dirija, sino el saber y el sentir que cualquier cosa que me proponga es posible. Este infinito de posibilidades, en las cuales reconozco el signo del vacío creador, tiene el inconveniente de hacerme prácticamente imposible cualquier poder de elección, y el dificultarme enormemente el poder definirme en cuanto a quien soy y que es lo que hago.
Puesto que desde hace mas o menos cinco años me muevo en el ámbito de las terapias alternativas, y dado que me metí en ese mundo sólo para poder vivir de ellas, mientras desempeñaba mi verdadero oficio de escritor -cosa que no solo no ha sucedido, sino que se ha dado la vuelta-, después de tratar individualmente con todos los casos posibles, he sentido y siento la necesidad de empezar a trabajar con grupos.
Sin embargo, el trabajo grupal es algo que nunca ha sido afín a mi carácter, más dado a la intimidad y el ritmo del trato individualizado, y el hecho de trabajar en grupos , hablar y expresarme en público, a pesar de la necesidad que tengo de dar el paso, es algo que aun me asusta.
A nivel individual parece que todo lo que he aprendido lo he olvidado, de modo que después de años de asimilar distintos protocolos de técnicas de masaje, me siento incapaz de reproducir las técnicas aprehendidas, o de asimilar otras nuevas, de modo que lo único que puedo hacer es confiar en que toda esa información esté dentro de mi y salga de la manera y en el momento adecuados.
Todavía, hace unos meses, este bloqueo me atormentaba, razón por la cual decidí dejar de hacer terapias. Hoy, la sanación me sale de nuevo al paso, de una nueva forma para mi desconocida, que implica la necesidad imperiosa de abandonarme a lo que mi intuición y mi instinto me dicte en cada momento. El resultado es una amalgama de movimientos, mezcla de algunos aprendidos con otros nuevos, que combinados con el arte de la respiración consciente, de la concentración y canalización del prana, dan en una especie de danza chamánica sobre el cuerpo que aun no se muy bien como definir, porque cada vez es menos racional y mas intuitiva.
También el uso de las manos se ha extendido, como en el lomi-lomi, a los antebrazos, e incluso a otra partes de mi cuerpo, y los movimientos se ajustan a cada caso, al igual que la presión, la respiración, y la intensidad de la energía.
A parte de las distintas técnicas de masaje, nunca he estudiado cualquier técnica de sanación con ningún mentor (aunque cuando aun buscaba trabajo por ahí fuera, he tenido que poner lo contrario en el currículum por razones obvias) o maestro.
Lo que llamo sanación pránica comenzó con una apertura brusca y repentina del centro cardiaco (y posiblemente de otros centros) después de dos retiros intensivos y consecutivos que trajeron como resultado la canalización directa del prana, o la sensación eléctrica del prana circulando por todo mi cuerpo cada vez que pongo atención en ello, más concretamente en los chakras cardiaco, sacro y coronario.
Sin embargo nunca he aprendido nociones de Reiki, ni estudiado la técnica llamada pranic healing creada por Choa Kok Sui . El nombre de sanacion pránica me vino cuando después de un año y medio sin saber que hacer con la sensación de electricidad fluyendo de un lado a otro de mi cuerpo, empece a aplicarla después de cada sesión de masaje, canalizándola a través de mis manos.
Al principio de hacerlo, y porque andaba ya algo agotado, solo conseguía canalizar el prana de un modo completo cinco o seis veces. Después la sensación disminuía o se atenuaba. Yo interpretaba el hecho como algo relativo a la interacción personal entre la nergía del cliente y la mía, porque dependiendo de la persona a veces tenia mas facilidad o dificultad en canalizar el prana, y creo que estaba en lo cierto, porque hoy, cuando ya consigo ir canalizando prana simultáneamente a los movimientos, tal y como se hace en el kung-fu o en el taichi, y mandarlo con distinta intensidad a las zonas a las que me lleva la intuición, aun puedo sentir la sensación de energía fluyendo más con unas personas que con otras.
Puesto que no se nada del tema, doy por sentado que cuanto tengo mas dificultad en canalizar el prana es por los bloqueos de esa persona, por lo que me limito a hacer un trabajo más físico hasta que voy sintiendo como se deshacen esos bloqueos. Otras veces la sensación de fluidez de la energía es muy potente, y se mueve sin intervención alguna de mi parte, como si solo al tocar con las manos al paciente la electricidad fluyera de un polo a otro sin intención ni esfuerzo de mi parte.
Sin embargo, lo normal en casi todos los casos, es que la energía fluya proporcionalmente a mi grado de apertura y de presencia.
No soy clarividente, ni clariaudiente, es decir, cuando las personas me preguntan después de la sesión como les he visto por dentro, o si he canalizado alguna información, me limito a decirles lo que he sentido, y lo que me dice la intuición, y casi nunca después de la sesión, sino unos días después, cuando hayan tenido tiempo de integrar el trabajo.
Volviendo a mi trabajo, o al nombre de lo que hago, la fusión del masaje californiano, o del masaje intuitivo que últimamente hago, con la canalización y movilización del prana, viene a ser como hacer surf a través de olas de energía. De alguna forma el movimiento y la respiración consciente crean ondas de energía que atraviesan el cuerpo físico y llega a los estratos mas profundos de las emociones y de la mente.
Sin embargo, mi trabajo aun carece de un propósito o intención personal de hacer esto o lo otro en el paciente: si siento que he de movilizar la energía la movilizo, si siento que he de aquietarla la aquieto, si siento que la energía esta en equilibrio, dejo las cosas seguir su propio curso.
Muchas veces hago uso de la energía sexual para movilizar bloqueos primarios a nivel de los chakras inferiores que causan bloqueos por resonancia en los chakras superiores, porque esta energía es la materia prima de la vida. En este nivel el trabajo es mas tántrico que otra cosa, y no necesita en modo alguno de la intervención del coito, ni del intercambio sexual a nivel genital, o emocional, porque hay muchas formas de movilizar la energía sexual, a veces, sin necesidad siquiera de tocar.
Otras veces la energía es mucho mas sutil, y siento claramente que viene del cielo, porque las sensación es de paz total y amor incondicional.
La mayor parte de las veces hago uso de ambas energías, que son una sola, pero con distinto nivel de frecuencia, con el objeto de unir la tierra con el cielo, o el sexo con la cabeza, integrándolas en el vientre, en el plexo y sobre todo, en el corazón.
Este es el trabajo que se hace en la meditación kundalini, o en el tantra, sin embargo yo siento que el puente de unión entre al tierra y el cielo esta en el corazón, y que este es el centro de equilibrio en el ser humano, donde se armonizan las energías del cielo y de la tierra.
El zen enfatiza en que este centro se encuentra en el hara, y es así desde el punto de vista físico, porque el medio abdomen es el centro gravitacional del cuerpo humano, pero yo siento que el equilibrio y el centro energético del sistema de chakras está en el corazón, con independencia de cual sea el centro de acción, o la tendencia energética de cada persona.
Sea como sea, la cuestión es que la sanación pránica no tiene mas objeto que despejar los bloqueos y movilizar la energía interna para que esta pueda fluir y armonizarse con el ritmo de la vida y de la creación.
No está entre mis dones ver el aura, o el cuerpo de luz, en el sentido de ver tal y como lo entendían los toltecas.
Mi don es el sentimiento , y la creación consciente, a través de la respiración y la presencia, sea de movimientos libres y armónicos que fluyen por el cuerpo, sea de patrones y olas energéticas de sanación.
Ese es mi trabajo, aunque no pueda darle nombre todavía, y se que al soltar todo esquema y condicionamiento estoy canalizando información en paquetes de ondas y de luz, que proviene de seres y esferas que trascienden con mucho el pensamiento y los esquemas más tradicionales de sanación que ya fueron canalizados y explorados hace mucho tiempo.
La sanación que yo hago, o mas bien, que se hace a traves de mí , es creación, porque no solo sana, sino que crea.
Crea nuevas posibilidades de vida y de manifestación, porque disuelve los patrones físicos emocionales, mentales y energéticos en ese océano de pura energía que es la manifestación física del vacío creador, cuya esencia es espiritual y su esencia luz y amor.

El camino del guerrero y la rendición espiritual.

No recuerdo el momento en el que empecé a luchar.
A veces tengo la sensación de que he luchado desde siempre.
La lucha es un hábito que con el paso del tiempo crea sus propios fantasmas para sobrevivir, para mantenerse con vida, y por eso parece como si en la vida no hubiera otra opción mas que la lucha, mas que el medir fuerzas, mas que el tener siempre delante un desafío, un reto, una meta.
Me gustaría no intelectualizar esto, pero hace parte de mi el analizar todo lo que siento desde la esfera mental, y negarme a ello sería también luchar contra mis impulsos naturales, aunque sean inconscientes.
La mayor lucha que he labrado desde que tengo consciencia es la lucha por ganarme un nombre con el que ser reconocido en el mundo. Esta necesidad me ha hecho buscar en muchos y variopintos caminos, asumiendo máscaras, poses, e incluso verdades, que no dudo que lo sean, que no eran mías.
Aun hoy, aun cuando la vida me ha empujado lentamente hacia ese vacío en el que es imposible sostener nada que sea ficticio, es decir, que no sea intrínsecamente mío, me resisto a rendirme y sigo luchando y buscando el nombre que me defina, aun sabiendo que jamás podre usurpar un nombre a las estrellas, porque allá en el cielo, cuando las miro, me es imposible encontrar la mía, pues las siento a todas brillar dentro de mi pecho.
La verdad es que no me jacto de tener mucha experiencia, con experiencia me refiero a aquello que uno conoce porque lo ha experimentado de verdad. He experimentado muchos y diferentes estados de conciencia, pero por alguna razón, en ninguno de ellos he encontrado, digamos, el puerto donde poder echar el ancla y construir un hogar.
He sido muchas cosas, me he llamado de muchas maneras, he hecho cosas bien y cosas mal, o menos bien, pero por alguna razón hay dentro de mi cabeza un mecanismo de reseteo que borra cualquier huella emocional o mental que pueda hacerme identificar por mucho tiempo con una u otra identidad.
Con el tiempo he aprendido a aceptar esto, no del todo, pero casi estoy cerca de aceptar el hecho de que jamas podré identificarme con ninguna proyección de la consciencia.
En mi oficio como surfero de la conciencia he visto mundos y paisajes que te dejan con la boca abierta. También he visto infiernos y abismos que le cortarían la respiración al mas valiente de los guerreros. He visto el amor comer mano a mano con la violencia, y he visto a la belleza acariciar los senos decrépitos y moribundos de la vejez y la fealdad. He visto la luz, la luz de la luz, en el corazón de la mas densa y obtusa oscuridad. Y he visto la inocencia ofrecer su cuello a la guillotina del dolor y la experiencia.
Y de tanto ver, de tanto experimentar, de tanto vivir, morir y resucitar me he dado cuenta de que la lucha, el espíritu combativo, no viene del coraje, sino del miedo, del miedo a no aceptar que en realidad somos lo mismo que eso con lo que luchamos, y que el sentido de la lucha, que es pura y genuina resistencia, no es otro que el llevarnos a ese punto sin retorno en el que o aceptamos aquello que separamos de nuestra consciencia, sea lo que sea, o nos estancamos sin remedio, varados en un pantano de fantasmagorías sin término.
El camino del guerrero no se basa en la lucha contras las fuerzas del mal o de la oscuridad , sino en la rendición al presente , rendición que llega cuando acepta que esta lucha es fruto de no reconocer que estas fuerzas contra las que lucha hacen parte de su propia oscuridad, de su propia consciencia.
Cuando la aceptación llega, a través del amor, la lucha llega a su término.
El camino del guerrero es un camino de rendición, no un camino de fuerza. Es un camino de aceptación, no de voluntad. Es un camino de amor, no de guerra, porque la meta del guerrero, que posee una naturaleza o una tendencia kármica orientada a la guerra, es la paz, y esta paz solo puede llegar a través de la rendición espiritual.
Cuando el guerrero se rinde ante el hecho de que cualquier cosa ante la que lucha es una proyección de su conciencia, descubre esa paz que otorga el sentimiento de amor y de unidad.
El verdadero camino del guerrero es este.
Nada de buscar desafíos ante los que probar su valor y su valía como mujer o como hombre, sino en reconocer la realidad, sea cual sea, como proyección de su consciencia, y forjar su camino espiritual a la luz de estos espejos.
Nada de matar dragones y rescatar princesas, sino reconocer que el mismo es el dragón, y que no hay ninguna princesa que rescatar, ni ningún dragón que matar, y que todo el cuento es una proyección de su conciencia.
Cuando uno esta surfeando por las olas de la conciencia a veces viene olas gigantescas que parece que te van a engullir sin remedio como a un mosquito, y uno palidece de terror y de miedo. Otras veces la mar esta en calma chicha y uno solo puede tumbarse sobre la tabla, tomar el sol mecido por el suave ronroneo de las olas, y esperar a que sople el viento y haya algún movimiento. En ambos casos la única forma de estar en paz es aceptar lo que hay, y no querer que sea algo diferente a eso, porque si uno desea algo que no está sucediendo , automáticamente, deja de estar presente.
Me ha llevado tiempo descubrir que mi único camino espiritual es la rendición ante el presente, y que no hay más forma de crecer espiritualmente que abandonarse a la voluntad divina que escapa a nuestro entendimiento.
Escapa porque el presente es un inmenso espectáculo donde las cosas se crean y se destruyen constantemente, creando ilusiones de permanencia y estabilidad, donde solo hay movimiento y vacuidad.
Y escapa porque, como dijo Rimbaud, hablando de la inspiración y de su experiencia poética del absoluto, eso viene desde siempre y se va por todas partes...
Mas con todo, a pesar de la ilusión de todas las proyecciones de la consciencia hay un fondo que no se mueve, y este es la propia consciencia que se vuelve una con lo que sucede, y sin embargo , permanece, porque siempre se renueva, porque es la misma consciencia la que viene desde siempre y se va por todas partes.
Vacío creador que soy yo, que contiene todas la formas que vienen desde siempre y por todas partes se van.

viernes, 1 de mayo de 2009

El Secreto y el Vacío Creador... Un secreto... a voces...(28-04-09)


Recibo con alegría y responsabilidad simultáneas el encargo de Devi de escribir un artículo sobre el vacío creador, que sirva de introducción a un taller sobre el mismo...
Pienso que nada me puede ser más fácil que eso, puesto que todo lo que soy y todo lo que hago se enmarca dentro de ese vacío que es la esencia de todas las cosas, y que aun así, permanece en el secreto, bajo el tosco velo de la forma.
Pero la labor de escribir o de decir algo cierto sobre el vacío fértil o creador no es tan simple como parece, dado que cualquier palabra, pensamiento o acción viene de ese vacío y vuelve a él, se hace difícil, por no decir imposible elegir una antes que otra, al igual que muchas veces resulta imposible elegir un coche, un vestido, una comida, o cualquier otra cosa.
Así que lo que haré, como siempre, es desconectar esta máquina del tiempo llamada mente, y dejarme fluir hacia donde quiera que me lleve la corriente creada por el propósito.
Propósito que en este caso lleva el nombre del Vacío Creador, que paradójicamente es la fuente de la que manan todo los propósitos.
Le secreto del vacío fértil radica en que no es ningún secreto, es decir, es un secreto a voces, aunque hable y actúe en el mas profundo e insondable de los silencios, puesto que está en todas partes, y no hay cosa visible o invisible que no le pertenezca por entero. Hay ciertos ejemplos muy simples y palpables para darse cuenta de esto, pero antes de enunciarlos me gustaría ahondar sobre la actitud correcta que uno ha de adoptar para conectarse con el mundo de las posibilidades infinitas, que es otra forma de llamar al vacío fértil.
El vacío creador tiene infinitos nombres, los físicos lo llaman campo unificado, los budistas Sunyata, los hindúes lo llaman Purusha, Shakti o Maya, dependiendo de la tradición, los toltecas lo llaman las emanaciones del Águila, los católicos Virgen Inmaculada o Espíritu santo, los cultos paganos Gran Madre, y los ateos espirituales de ahora lo llaman el Secreto, aunque el Secreto nunca fue tal secreto.
Los nombres son lo de menos, lo importante es comprender que sin este vacío, nada de lo que uno ve, escucha, piensa, siente, imagina, sueña, e incluso calla sería posible. Vida y muerte pertenecen por igual a este vacío, como también le pertenece dios, o todo concepto de dios, y cualquier forma de energía, independientemente de la frecuencia vibratoria en la que se manifieste. Silencio y sonido vienen de un fondo único, forma y vacío (vacío como ausencia de forma), tiempo y espacio, luz y oscuridad, ser y no ser vienen de él. Toda dualidad viene del vacío, y la unidad también. El sentimiento de comunión con los demás no seria posible sin el vacío fértil y tampoco lo seria la posibilidad de elegir la separación. Amor y miedo danzan alegremente alrededor suyo, como lo hace todo ser sensible, del ámbito humano, o cualquier otro que exista.
Todas las posibilidades que alberga el ser existen gracias al vacío, y la única libertad que conocemos, la libertad relativa de elección existe gracias a que el vacío hace posible la separación entre el yo y cualquier o otra cosa.
La evolución de las criaturas en el tiempo y en el espacio, los tres tiempos, y las cuatro direcciones del espacio existen en y por el vacío.
El amor que nos hace atraernos hacia la FUENTE ÚNICA, y la ignorancia y el miedo que nos hace separarnos de ella son posible gracias al vacío creador.
El vacío nos rodea por todas partes, no solo como espacio vacío, que es la forma con la que vulgarmente identificamos al vacío, sino como tiempo vacío, como instante eterno y consciencia plena de ser que nos conecta con la plenitud que existe en todo momento y que se nos escapa porque incesantemente llenamos este vacío mental y emocional de imágenes, deseos y proyecciones sin fin.
El vacío espacial es el que da posibilidad a todas las formas que vemos alrededor, y el que da a las formas que no vemos dentro de nosotros, como los órganos, las células, y los átomos, y los quarks, su existencia.
Vivimos deslumbrados por la materia , por la forma que adopta el vacío gracias a nuestros toscos mecanismos de percepción, y olvidamos que somos nosotros los que hemos aislado del infinito de posibilidades que en cada instante se desplegan dentro y fuera de nosotros una sola percepción. Una sola entre las infinitas que existen, esto hay que pensarlo mas de dos veces para darse cuenta de la ignorancia y limitación en la que vivimos voluntaria o involuntariamente.
Los mecanismos que usamos para aislar este infinito de posibilidades y quedarnos con una o dos pseudo-realidades, son inconscientes y vienen dadas por la educación, la cultura, el ambiente, la personalidad y el carácter. Estas herramientas son útiles y necesarias para sobrevivir con cierta armonía dentro del entorno social que nos acoge, pero resultan castrantes y limitantes a la hora de adentrarse en ciertos niveles trascendentes de Ser que requieren de un desprendimiento y abandono de todo condicionamiento psicológico, social o personal, para ser alcanzados, o mejor dicho, para ser gozados, sin velos ni turbulencias de ningún tipo,.
Si insisto una y otra vez en la importancia de este vacío no es por nihilismo, sino por todo lo contrario. Es por este vacío que somos lo que somos, y lo que es aun mejor, es por esto vacío que podemos ser cualquier cosa que queramos.
La cota máxima de esta afirmación la alcanzaron como pueblo, los videntes toltecas cuando vieron y descubrieron que la configuración energética del ser humano no era sino un marco o un huevo por el que pasaban infinitos filamentos energéticos. La percepción que el ser humano tenia de si mismo y del mundo dependía del punto de encaje, que era y es una especie de agujero en el que se conectaban los filamentos energéticos que estaban dentro del huevo con los infinitos que venían de fuera. Cuando estos videntes se dieron cuanta de que era posible mover el punto de encaje, y que dependiendo del alcance del movimiento, así cambiaba la percepción del mundo y del propio ser humano, exploraron y alcanzaron lo que llamaron la maestría del ensueño, que no es sino la maestría de mover y estabilizar en un punto diferente del huevo luminoso el punto de encaje. Por poner un ejemplo muy basto es como si el punto de encaje fuese nuestro ojo, y este pudiese mirar con un lupa hacia un pedazo de mierda, o hacia la nebulosa de Orión en un telescopio. La percepción del mundo a través de una u otra lente tiene un efecto lógico de resonancia en nuestra consciencia. Para los videntes toltecas, como para los budistas, los sufis, y otras tradiciones y prácticas espirituales, el vacío fértil era y es la realidad en si misma, y de su experimentación y conocimiento dependía el grado de realización del practicante. Para los antiguos toltecas, que se consagraron completamente a la exploración de los distintos mundos que revelaba el cambio de posición del punto de encaje, esta realidad no era mas real que cualquiera de los otros mundos revelados, porque sabían que el mudo que llamamos real, y la percepción que tenemos de ese mundo y de nosotros mismos, no era mas que la fijación del punto de encaje en una posición dada por condicionamientos personales y sociales.
Y con este ejemplo llegamos a la condición sinequanum es imposible realizarse de la realidad del vacío creador, de la vacuidad, o de como quiera llamarse. Es necesario dejar de mirar la realidad externa, sea cual sea, como si fuese una realidad independiente y autónoma de nosotros mismos, y empezar a darse cuenta de que aquello que vemos, oímos, pensamos, o hacemos, es estrictamente, y no otra cosa diferente aquello que elegimos, consciente o inconscientemente ver, oir, pensar o hacer.
Esta realización, de que vivimos básicamente en la realidad que crean nuestras percepciones y condicionamientos personales es el principio de una gran liberación que culmina cuando nos lanzamos de lleno a las aguas insondables del vacío creador.
Paro para esto es necesario andar un largo, y a veces complicado proceso de descondicionamiento, porque los condicionantes por los cuales codificamos el mundo son muy fuertes y están muy asentados, es decir, llevamos no solo una vida, sino muchas, a través del legado de nuestros ancestros, usándolos, y el resto de sentidos que tenemos , sobre todo los mas sutiles e intuitivos están atrofiados.
El gran secreto del Secreto, que nunca fue un secreto, es este. El secreto no consiste en pedir al universo mas y mas deseos, con una convicción total en que va a darnos todo lo que esperamos, porque es, cosa que es cierta, una inmensa caja de resonancia. El secreto consiste ni mas ni menos en saber y sentir que ese universo no es una realidad todopoderosa ajena, o un supermercado espiritual donde elegir cosas materiales y dones espirituales al gusto, sino la manifestación material y energética de nuestro propio ser, es decir, de como nos vemos a nosotros mismos.
Por eso el pedir no es la clave, porque el pedir nos coloca siempre en una posición de mendicidad con respecto a una fuerza mayor que nosotros mismos, sino el decretar. Los hombres piden y reciben, o no reciben, dependiendo de su fe y su confianza, lo que piden. Los dioses creadores decretan, y manifiestan en la realidad de la materia sus decretos.
Pero nadie, hombre o dios, puede decretar ser algo sino lo es en realidad. Y puesto que uno lo es, cuando sabe y siente que lo es, ni siquiera hace falta decretar nada, uno se limita a serlo todo y agradecerlo todo, y todo llega sin falta, y sin que sepamos y nos importe como ni porque.
Uno solo puede decretar ser feliz, amoroso o rico, cuando ya sabe y siente que lo es, no cuando cree que puede serlo algún día. La manifestación material de esta felicidad, amor o riqueza, solo llega si hay un sentimiento pleno de ser todas estas cosas mucho antes de que estas se manifiesten en la forma, y la única forma de acceder a este sentimiento es conectar con el fondo no manifestado donde todas las posibilidades existen como germen de una potencialidad, amor y abundancia infinitas.
Este fondo es el vacío fértil o vacío creador, y residir en él significa no solo ser capaz de ser y hacer cualquier cosa que uno se proponga ser o hacer, sino ser todas esas cosas ya mismo, en este mismo instante.
Solo en el instante en el que uno cree serlo todo, uno lo es, porque el poder de creer y poder de crear son una misma cosa.
Todos los seres humanos, todos sin excepción, somos dioses creadores, o co-creadores, ya que las creaciones personales y sociales tejen una red de relaciones inter-dependientes. No hay nadie, ni siquiera el mendigo de la calle, el niño que se esta muriendo de hambre, o el mafioso que trafica con medicinas y alimentos, que no esté creando instante tras instante la realidad que le circunda.
La única diferencia entre unos y otros son las fuerzas que rigen el impulso creador, si son conscientes y dirigidas y enfocadas desde la luz de la consciencia, o inconscientes y llevadas por patrones y condicionamientos personales, familiares y sociales.
Sea cual sea la fuerza y el impulso que nos rige, no hay forma de escapar a nuestra condición de creadores. La única forma de ser libre es ejercer nuestro poder de crear con la máxima responsabilidad e impecabilidad posible, lo cual exige tomar consciencia de que el vacío fértil o vacío creador, constituye nuestra mas íntima y profunda esencia, y a la vez, la forma , o las infinitas formas, sean infernales o divinas, en las que esta esencia se manifiesta.
Las consecuencias de esta realización, que para ser real ha de llegar a lo más profundo de nuestras células, es no solo una libertad y una fluidez casi infinita de movimientos, como la que conocieron los maestros del arte de esgrima que habían sido instruidos en el budismo zen, o una creatividad inmensa en todos los aspectos de nuestra vida, sino una aceptación total de cualquier forma que adopte, haya adoptado o pueda adoptar este vacío, lo cual nos provee no solo de una flexibilidad y adaptabilidad inmensas ante todo tipo de circunstancias, sino de una comprensión de las circunstancias ajenas, aunque sean castrantes y limitantes para las propias personas que las eligen, y una compasión y tolerancia a prueba de bombas para con nosotros mismos y para con los demás.
Y este es solo el principio. El verdadero don del vacío creador, o del espíritu todopoderoso y creativo que vive en él, y que llega cuando uno se rinde completa y totalmente al vacío, no es relativo a otras formas o manifestaciones, o dones del espíritu, sino absoluto, es decir, es inefable y completo en si mismo, porque apunta hacia un sentimiento de plenitud que trasciende incluso el sentimiento de unidad y comunión con todo lo que existe, porque es ya, instante tras instante, todo lo que existe.

La máquina del tiempo (15-4-09).


Cuan pocos de nosotros, y ni siquiera todas las veces, nos damos cuenta de que llevamos una máquina del tiempo esperando a ser usada en nuestro interior.
Hoy, viniendo de la compra en el mercadona, cargado de bolsas, y andando con prisas y desequilibrado, para llegar lo antes posible a casa, he vuelto a vivir una vida en un segundo, y he vuelto a viajar por la máquina del tiempo, que al contrario de otras veces, he hecho de una forma consciente.
A mala leche, pero sin mala.
La cosa era que andaba yo a toda prisa, tambaleándome de una lado al otro con el peso, cuando de repente me he preguntado que tenía esta circunstancia de ir cargado hasta los topes para ser incapaz de estar y disfrutar del momento presente.
Dicho y hecho, he mirado el sol que salía entre las nubes, he respirado dos o tres veces profundamente, he sentido la caricia del aire, que en esta ciudad airada siempre esta presente, he agudizado mis sentidos para sentir el pulso de mi corazón, y de la vida alrededor, he cerrado los ojos, y al abrirlos ha vuelto a ocurrir el milagro, la escena que me ha pasado otras veces, aunque nunca de un modo tan real y consciente. Alli estaba yo, que seguía andando, pero lenta y armoniosamente, sosegado, en calma, como si fuera paseando fumando un puro y con la otra mano en el bolsillo en vez de ir cargado, mientras todo el escenario de la vida desfilaba ante mis ojos a cámara lenta. Cámara y acción que se volvía mas y mas lenta cuanto mas atención ponía en lo que observaba.
Han sido los diez minutos mas largos que he vivido nunca. Andando por al acera, se me antojaba que en ese estado de conciencia tardaría cientos de años en cruzar al otro lado de la calle, cada paso era un mundo en si mismo, y cada detalle se abría a otros infinitos detalles, mirase donde mirase. La gente, los coches, las nubes, los rayos de sol, los olores, los ruidos, las voces, se fundían en una opereta graciosa y sublime de la que yo también era parte, actor y observador al mismo tiempo, sin saber como ni porque, ni...nada era importante, y a la vez , todo tenía un significado sagrado en cada cosa, en cada gesto, en cada suceso.
Supe, de una forma intuitiva, sin intervención del pensamiento, que ese estado es el regalo que dios nos ha concedido al expresarse a si mismo a través del tiempo y del espacio, en nosotros , en todo lo que late.
Supe que cada momento es único y valioso, y que la mayor parte de eso que llamamos tiempo nos perdemos, abducidos por nuestros propios automatismos, la esencia de la vida, que es la misma esencia de la que estamos hechos.
Supe que la vida misma era una creación nuestra, y que también lo era el tiempo y el espacio.
Supe que era posible parar el tiempo conscientemente, y que el tiempo puede alargarse o acortarse, porque no existe.
Supe que también era posible crear el espacio, y estar en todas partes y a la vez en ninguna.
Supe de nuevo que todo era una ilusión, que nada existe, y a la vez todo era real y tenía una existencia ilimitada.
Supe que yo era todo y nada, el creador de todo lo que existe, y a la vez la creación.
Supe que era Dios, y que Dios estaba en todas partes, porque mirase donde mirase allí estaba yo.
Supe que era eterno e inmortal, y que mi vida es divina y sagrada. Supe que la vida era eso, nada mas y nada menos que eso, y después no supe nada, porque la vida me absorbió en la ilusión del tiempo y del espacio en cuanto pensé en escribir lo que me ha pasado.
Asi que aquí estoy, aun paladeando los efectos de mi primera inmersión consciente en la máquina, y desando volver a probar, quizás con el canon de Pachelbel que suena mientra tecleo a toda prisa el teclado, mitad por miedo a que se pierda esta sensación antes de poder transcribirla, mitad porque temo que si vuelvo a cerrar los ojos me pierda en cada nota de la música, en el tacto de cada tecla, en el aroma del incienso que puse esta mañana.Pienso ahora que quizás ya estaba predispuesto a esta experiencia desde la madrugada, por la interminable noche onírica que he pasado, o por la calma con la que me he hecho el desayuno, he limpiado y ordenado la casa, me he duchado, acicalado delante del espejo durante un buen rato y vestido, pausadamente, eligiendo ponerme una camisa, chaleco y unos zapatos elegantes.
Pienso esto y lo otro, recordando que debería sentirme mal y apenado por haber dejado una relación sentimental íntima, profunda y consciente, en vez de sentirme alegre y liviano, como de hecho me siento en este instante.
Pienso que todo es paradójico, y que lo único que sabemos realmente, lo sabemos cuando dejamos de pensar y sentimos las cosas directamente.
Pienso que precisamente lo que me ha pasado no ha sido fruto de usar la máquina del tiempo, sino de dejar de usarla, de desconectarla.
Pienso que la máquina del tiempo es la mente, y que es posible desconectarla tan facilmente como es fácil desconectar cualquier otra máquina. Basta quitar el enchufe o la batería que la mantiene.
Pienso que este es el juego: desconectar la máquina del tiempo para conectarnos con la unidad y la eternidad en la que nos zambullimos a través de la presencia amorosa y consciente.
Y después, como ya no me queda nada sobre lo que pensar, respiro otra vez, profunda y conscientemente, de nuevo agudizo mis sentidos, escucho las notas flotando, naciendo y muriendo en el espacio, creando formas, inspiro el olor del incienso mezclado con el olor de los muebles, del papel de los libros, del polvo acumulado en la mesa, y vuelvo, porque es perfectamente posible, a desconectar la máquina del tiempo, y conectarme con la unidad y la eternidad en la que... esto ya lo dije.... el tiempo se detiene, se dobla sobre si mismo, y el espacio vacío y yo...
...estamos en todas partes.

Bodyart, art-massage, y el masaje creador (13-4-09).


Siempre que me preguntan a que me dedico o que es lo que hago, se me pone la misma cara de poker, cara ensayada a la perfección en la que los jugadores avezados distinguirán también una cierta expresión de tonto, mitad de fastidio, mitad de niño al que el profesor le ha pillado sin estudiar la lección.
Las respuestas llegan de manera caótica y múltiple, unas veces, lentas y ambiguas otras veces, y en forma de rotundo silencio las mas, acompañado, para que mi interlocutor no se quede solo en el desierto de los desplantes, de mi mas ensayada sonrisa.
Sin embargo, con el paso de los años, y quizás ya aburridos de mi torpeza como vendedor de mis propias virtudes, los astros han sido magnánimos conmigo, y al fin me enviaron una respuesta, que como todas las verdaderas respuestas, tiene poco de palabras y mucho, sino todo de comprensión y luz interior. En inglés existe la palabra insight para designar estas experiencias pseudo-espirituales, golosina y antesala de las verdaderas experiencias de unión , en las que uno de repente comprende en un nano- segundo la experiencia comprimida de miles de vidas, como si la mano de un ángel cibernético nos hubiera metido por la sesera un mega millón de bites de luz y de comprensión pura. En España tenemos pocas y muy pobres por, por cierto, por cierto, para designar esta experiencia: darse cuenta, realizarse de algo, caer en la cuenta, aunque quizás la más apropiada sea encenderse la bombilla...
Es preciso decir, a manera de inciso, puesto que no lo he dicho antes, que mis dos vocaciones principales, o al menos, a las que he dedicado más horas de entrega y placer en mi vida han sido el masaje y la escritura, esta última en claro e inevitable proceso de agotamiento, decadencia y defunción. Resquiet in pacem, y a otra cosa mariposa, que la vida son dos días etc, etc... Recientemente he incorporado otras actividades mas vitales y mucho más divertidas que el noble oficio de las letras, como escuchar y sentir la música, la danza (libre, se entiende) , la cocina, el tantra, y otras cosas cotidianas que la mayoría de la gente pasa por alto a mi lista de placeres inaguantables.
Pues bien, el insight, iluminación, encendidos varios, que me sucedieron llegaron a través de una cliente, ahora muy amiga, cuyo feed-back supuso para mi una revelación pareja o mayor que la que tuvo Moisés en la Montaña..
Para resumirlo muy mucho me dijo algo tan hermoso y tan sencillo como que había tenido la sensación de que mis manos la estaban creando conforme la tocaban, y que había sido una experiencia casi mística (en el sentido de unitiva)
Inflaciones de ego aparte, he de decir que semejante feed-back me conmovíó y me resonó en lo mas profundo, puesto que sentí que aquellas palabras ponían nombre a una experiencia creativa a la que me resultaba muy difícil, por no imposible, poner nombre. Quiero decir, cuando uno escribe, y se dedica a crear palabras de la nada sobre el inmaculado vacío de un folio en blanco, y le preguntan que es lo que hace pues dice que es escritor. Lo mismo le pasa al pintor con el lienzo, al músico con la partitura, al bailarín con el espacio, y al escultor con la piedra.
Pero es difícil definirse a uno mismo, y la experiencia creativa que se siente, cuando su acto creador es dar un masaje, y convocar a la vida piel, músculos, sangre, órganos, huesos y tejidos, a través de la consciencia, y de la energía creativa desplegada por ella, al igual que hacia Michel Ángelo, con la piedra fría. Y no quiero decir con esto que quien llega a mis manos sea un cadáver sin vida, sino que al abrirse la puerta de la presencia, cuya llave es siempre la respiración consciente, es posible sentir las zonas muertas, inanimadas, bloqueadas, resentidas, inertes o heridas y darles vida a través de la presencia, del amor, y de una actitud de entrega desapegada de cualquier resultado en uno u otro sentido.
No se si estas palabras exceden o se quedan cortas para describir la experiencia que siente todo creador, pero lo que si se es que el acto de crear llevado al masaje, o a cualquier contexto en el que se realice el contacto consciente (contact, danza, o sexo sagrado) es una acto sublime y una experiencia meditativa en si misma tanto para el que lo da como para el que lo recibe, y uno se pregunta al final, como en toda experiencia meditativa real, quien es el que da y quien es el que recibe. Quien es el terapeuta, y quien el paciente, quien el enfermo y quien el sanador.
El acto de crear, como acto de pura atención en el presente es no dual por si mismo.
Por eso el creador desparece, para luego renacer de una forma distinta en su obra, sin saber muy bien quien es y que es lo que ha pasado.
Tocar con consciencia, como pintar, esculpir, danzar, o escribir, significa morir al sujeto y al objeto, al actor y al guión, y convertirse en la acción, en la misma película.
Esto lo sabe todo creador, todo artista, pero pocos son los que han convertido el papel o el rol que les toca interpretar, en una ofrenda viva y palpitante.
La creación es una ofrenda en la que el dios creador que vive dentro de nosotros se ofrenda a si mismo. Y como se ofrece a sí mismo, vive siempre en cada creación. Y no solo vive en cada creación sino principalmente a través suyo, al igual que la presencia viva y divina que hay en nuestro interior vive en y a través de cada uno de nuestros cuerpos, a los cuales dota de vida con su aliento divino.
El creador es un tributario de ese aliento.
El aliento es el que crea, por eso en cada terapia, en cada masaje, al igual que en cada paso de danza, o movimiento de tai-chi ,u otra arte marcial, la respiración es la base, el alfa y el omega.
Las técnicas, las manipulaciones, los conocimientos, e incluso los movimientos mismos son subsidiarios del aliento.
Incluso el contacto, y la calidad del toque, la profundidad, precisión y delicadeza de cada movimiento son subsidiarios del aliento.
Todo, en este mundo, es subsidiario del aliento, porque el aliento es lo primero y lo último, lo mas cercano que tenemos y lo que a la vez, nos puede llevar mas lejos.
El aliento es lo primero, antes incluso que la luz, porque es el Hálito el que crea la luz y la oscuridad para verse a si mismo, para tomar consciencia de si mismo.
El Hálito es la luz de la luz, lo cual se traduce en este mundo como consciencia de lo que somos y de todo lo que nos rodea como una y misma inseparable presencia.
Esto es al menos lo que dice mi amiga, y antes que ella, han dicho muchos maestros, sobre todo los sufies (maestros como ninguno de la respiración y de los tesoros del corazón)
Pero esto es mejor dejárselo a los místicos.
A partir de ahora, cuando me pregunten lo que hago diré que soy un creador, y que creo con mis manos y mi aliento. Con mi palabra también, ya que la palabra esta hecha para ser el vehículo formal del aliento.
El aliento es la llave y la puerta de la presencia, la gasolina, por asi decirlo. Las manos son la herramienta.
Esto es lo mas sincero que puedo decir de mi trabajo.
También quisiera decir que soy escultor de cuerpos vivos, pero esto puede resultar incomprensible, ademas de pretencioso, vano y baladí.
Por eso lo único que se puede hacer es tirar del repertorio del americanismo de turno, que para estas cosas son inimitables, y añadir al concepto de bodyworker (que aquí no tiene traducción, pero que designa al profesional que domina, combina y sintetiza varias técnicas de trabajo corporal) el concepto de bodyart, que puede que no sea el idóneo, puesto que me lo acabo de inventar, pero que restituye al terapeuta y sanador, no solo su don y su deber de sanar, sino también su divino derecho a crear.
Pues el aliento, y la mano que lo sigue, crean y sanan en un mismo e inseparable acto.
Acto en el que dejamos de ser nosotros mismos, para ser mas nosotros mismos que nunca, o como culmina la película El Guerrero pacífico (de nuevo los americanos...), para ser nada mas ni nada menos que este preciso momento.

El cultivo de la presencia y el arte del masaje


Cuando, hace ya algo más de cuatro años, inicie mi formación en el mundo de las terapias corporales, estaba muy lejos de imaginar el alcance de lo que iba a suponer en mi vida descubrir el don de la presencia en el masaje, o el masaje convertido en arte.
Por aquel entonces andaba yo enfrascado en mil y un proyectos personales, que poco o nada tenían que ver con la realidad de mi presente cotidiano, y que básicamente consistía, como en casi todo el mundo que conozco, en estar en cualquier parte menos en el presente, en una huida constante de la realidad del aquí y del ahora. Una huída sistemática y recurrente, basada en patrones inconscientes de conducta y condicionantes mentales, proyectados en la ilusión de un tiempo inexistente, de un futuro y un pasado irreales, en la forma de miedos, temores, dudas, ilusiones, proyectos y planes, originados en su mayoría en la más tierna infancia.
Sin embargo, la razón por la que empecé mi formación como masajista no andaba desencaminada. Siendo mi don mas explotado la palabra y la escritura, y artificialmente inclinado a estar siempre inmerso en una ardua e incesante actividad intelectual, sentía yo en mi interior la urgente necesidad de volver al cuerpo y rescatar su sabiduría innata, que no es nada mas ni nada menos que la capacidad de estar consciente de lo que sucede aquí y ahora, en cada instante.
Dada la bonanza, o buena suerte (la famosa flor en el culo) que siempre me ha acompañado, tuve la fortuna desde mis comienzos en el aprendizaje del masaje, de no depender materialmente del mundo de las terapias. Este colchón material me permitió compartir, al poco de terminar mi formación más básica, un gabinete privado, y explorar a mis anchas, y sin presiones, el arte del masaje y del tacto consciente.
Fue en ese consultorio que empecé a descubrir que el arte del masaje tenía muy poco que ver con las técnicas aprendidas, y todo con la actitud y la presencia. Pude descubrir, como probablemente ha descubierto más de un terapeuta, que cuando se conecta y se trabaja con la presencia consciente, las manos actúan solas, se mueven por si mismas, como si supieran perfectamente donde tiene que ir, donde quedarse, que hacer, durante cuanto tiempo, etc...
Con el tiempo y la práctica, el masaje acabó por convertirse para mi en una forma de meditación, a través de la cual, y sin intención ni esfuerzo personal, se iban sanado dolencias muy profundas e inconscientemente arraigadas.
Es por esta razón, que cuando me encontré, dos años después, con el Masaje Californiano Esalen, a través del peculiar carisma y carácter de Sujati, todo mi ser reconoció la calidad y la profundidad de este trabajo. Iniciar y profundizar mi formación en masaje californiano no significó únicamente ahondar en la práctica de la presencia, sino en asumir mis propias necesidades, limitaciones, dolencias, patrones y conflictos personales, la mayor parte inconsciente, que se interponían entre mi ser y mi “trabajo”.
El esquema de intercambio que se practica en la formación, centrada no solo en el aprendizaje de los fundamentos del masaje, sino el trabajo integral a través de la práctica de la respiración centrada en el hara -el centro del ser- , en la danza de los cinco ritmos, en las meditaciones activas de Osho, y otras formas alternativas y dinámicas de entrar en contacto con el ser y su condición natural que es la presencia, tuvo el mismo efecto que un terremoto, al abrir progresivamente la caja de pandora del inconsciente, produciendo un paulatino y siempre respetuoso desmoronamiento de la coraza emocional y mental, y un resurgir del niño interior, de una inocencia y apertura primordial asociada a de niveles cada vez más profundos y amplificados de conciencia.
Como el zen, el yoga, el tantra, o cualquier otra práctica espiritual, el masaje californiano esalen es mucho mas que otra forma de masaje, es todo un camino en si mismo de auto-conocimiento, despertar, crecimiento, y aprendizaje, dando además la oportunidad de explorar nuestras innatas e ilimitadas capacidades creativas. Y como todo arte que llama al cultivo de la presencia, la presencia no se agota ni se limita a su marco, sino que se extiende y se amplifica a todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Lo que supuso y supone para mí el masaje californiano está muy lejos de caber en estas páginas, y en estas palabras: No por el masaje en sí, sino por el nivel y la necesidad de presencia que implica el trabajar con esta forma de contacto, y que acaba por trascender el mismo masaje, que se convierte simplemente en pura experiencia de plenitud, amorosa y consciente.
Toda experiencia de trascendencia, de inmersión en el presente eterno e inmediato, es inefable, y en último término, inexpresable.
Sin embargo, el hilo conductor de toda experiencia espiritual, es el mismo para cualquier vía o camino que se elija, aunque en último término uno acaba por darse cuanta de que no elige nada, de que todo esta hilado, de que nada depende, en último término, de nosotros, asi que confía y se relaja. Este hilo conductor es la presencia, la capacidad de vivir aquí y ahora, y de respirar conscientemente, sin apego ni rechazo, cada sensación, emoción o pensamiento condicionado que atraviese nuestro campo de conciencia.
El cultivo de la presencia, del testigo incondicional, es nuestra condición innata, porque corresponde a la actitud de nuestro ser mas profundo e incondicionado. Puede que al principio nos cueste más esfuerzo, debido a la resistencia e inercia que nos provocan los patrones inconscientes de conducta y los acuerdos mentales que hemos repetido hasta la saciedad desde que somos niños, pero con tiempo y constancia, estos empiezan a disolverse y liberarse, y entramos lenta, pero firmemente, en un espacio de amor y aceptación incondicional que trasciende el tiempo y espacio condicionados en el que tienen lugar todos nuestros miedos, fantasías, proyecciones y necesidades de seguridad, atención y reclamo.
Lo espiritual, o la espiritualidad, al contrario de lo que muchos piensan, no tiene nada que ver con graduarse en una carrera espiritual universitaria, con la consecución de metas espirituales, ni con “colocar las cosas en su sitio”, como si estuviésemos haciendo un rompecabezas, o redecorando la casa, a través de talleres y cursos interminables, ni con el hecho aberrante e imposible de querer convertirnos en alguien que no somos.
La espiritualidad, que en cualquiera de sus formas se basa y se asienta en la aceptación y amor incondicional que nace del cultivo de la presencia consciente, es cualquier cosa menos ese materialismo espiritual al que nos han acostumbrado los libros de autoayuda, y la adicción compulsiva e indiscriminada a toda clase de terapias, y a los talleres expresso de fin de semana.
Lo espiritual es una condición innata y natural de todas las cosas que existen, incluido nosotros mismos, y por lo tanto, no hay nada que lograr, nada que alcanzar, nada que colocar, nada en lo que transformarse.
Lo espiritual es lo mundano, porque es el corazón que sustenta todas las cosas que existen.
Lo espiritual no es una nube violeta que flota sobre nuestras cabezas, sino la sabiduría de ser y reconocerse completo y pleno, del ser que sabe estar plenamente presente, porque se abre sin miedo, en cada condición de la vida, sea esta dolorosa o placentera, sin apego o rechazo, con una actitud amorosa, libre e incondicional, en cada momento.
Reconocer este hecho que nos trae el cultivo de la presencia, reconocer el hecho de que ya, antes y después de cualquier camino o vía de aprendizaje que tomemos, somos absolutamente libres y completos, es el mensaje que predican todas las vías no duales de realización, como el vedanta advaita, el zen, el sufismo, el taoismo, ciertas formas de gnosis, etc...
El mismo mensaje que se encuentra en la mística de todas las religiones, y en todas las ramas de la filosofía perenne. El mismo mensaje que uno puede reconocer con la simple y objetiva -libre de proyecciones personales subjetivas- observación de la naturaleza.
El mensaje de que en toda condición, de felicidad o sufrimiento, de alegría o tristeza, lo sepamos o no lo sepamos, somos Eso que es plenamente libre, amoroso e incondicionado.
Todo el trabajo de cualquier práctica de atención que emprendamos, a través del camino que más profundamente y sinceramente nos resuene, no tiene que ver con la consecución de metas y proyectos personales (esto es sólo una prolongación del miedo fundamental al carácter transitorio e impermanente de la realidad condicionada, la que vemos a través de nuestros sentidos), sino con ese ir soltando nuestro hábito de proyectar nuestros miedos, que son memorias y acuerdos de eso que llamamos pasado, y proyectarlos en el futuro, y dejar que la presencia consciente y amorosa que se abre en la experiencia de vivir el aquí y el ahora vaya empapando, como el agua, todos los aspectos de nuestra vida cotidiana.
La espiritualidad, la verdadera espiritualidad, tiene todo que ver con esa confianza que sentimos en la vida y en la bondad del universo, y que emana de nuestro interior, porque en esencia nuestro ser sabe que su naturaleza es la misma naturaleza de la que todo está hecho. Es lo mismo. No dos.
Pero no todo acaba ahí. El cultivo de la presencia, en el masaje esalen, en el zen, o en cualquier otra forma de meditación, o de práctica en la vida cotidiana, no solo nos da la capacidad de conectar con nuestro ser, sino que al hacerlo, nos permite trascender la dualidad sujeto-objeto en la que vive nuestra mente ordinaria, es decir, nos da la oportunidad de alcanzar ese estado sagrado de unión y de éxtasis en el que, como en el tantra, no hay ni un yo, ni un tú, ni siquiera un otro, sino un vacío -vacío que no hay que entender como una nada anodina y estéril- fecundo y creador en el que todo es posible.
Pero es posible desde ese vacío que corresponde a nuestro ser mas profundo, no desde los burdos y mezquinos planes de nuestro ego y personalidad condicionada
Como en el arte de la esgrima, o en el tiro con arco como practica espiritual que propone el zen, la personalidad del terapeuta, del tantrika, del meditador o del bailarín ha de quitarse de en medio, sin el más mínimo atisbo de auto-importancia, de referencia egoíca, de técnicas mentales, o de deseos personales, manteniendo una actitud de presencia libre de apego o rechazo, para que el estado de trance pueda producirse, y la acción se realice por si misma, sin el mas mínimo atisbo de intervención ni esfuerzo por nuestra parte, sin mérito, sin responsabilidad, sin expectativas, sin barreras personales.
Esa es la no-acción que nace del ser, el vacío creador en el que todo es posible, y en la que cada acto, ya demos una sesión de masaje, practiquemos yoga o meditación, o estemos danzando, haciendo el amor, tomando un café con un amigo, o dando un paseo por la calle, se convierte en una experiencia trascendente, en un acto sagrado lleno de significado, en, resumiendo, una obra de arte.