El Tao y el Vacío Creador

"Hay algo sin foma y perfecto
que existía antes de que el universo naciera
Es sereno. Vacío.
Solitario. Inmutable.
Infinito. Eternamente presente.
Es la madre del Universo.
A falta de un nombre mejor...
lo llamo Tao.

Fluye a través de todo,
dentro y fuera de todo,
y al origen de todo retorna.

El Tao es grande
El universo es grande.
La tierra es grande,
El hombre es grande.

El hombre sigue a la tierra.
La tierra sigue al universo.
El universo sigue al Tao.
El Tao se sigue a sí mismo."

Tao-Te-King, cap 25.

viernes, 1 de mayo de 2009

Bodyart, art-massage, y el masaje creador (13-4-09).


Siempre que me preguntan a que me dedico o que es lo que hago, se me pone la misma cara de poker, cara ensayada a la perfección en la que los jugadores avezados distinguirán también una cierta expresión de tonto, mitad de fastidio, mitad de niño al que el profesor le ha pillado sin estudiar la lección.
Las respuestas llegan de manera caótica y múltiple, unas veces, lentas y ambiguas otras veces, y en forma de rotundo silencio las mas, acompañado, para que mi interlocutor no se quede solo en el desierto de los desplantes, de mi mas ensayada sonrisa.
Sin embargo, con el paso de los años, y quizás ya aburridos de mi torpeza como vendedor de mis propias virtudes, los astros han sido magnánimos conmigo, y al fin me enviaron una respuesta, que como todas las verdaderas respuestas, tiene poco de palabras y mucho, sino todo de comprensión y luz interior. En inglés existe la palabra insight para designar estas experiencias pseudo-espirituales, golosina y antesala de las verdaderas experiencias de unión , en las que uno de repente comprende en un nano- segundo la experiencia comprimida de miles de vidas, como si la mano de un ángel cibernético nos hubiera metido por la sesera un mega millón de bites de luz y de comprensión pura. En España tenemos pocas y muy pobres por, por cierto, por cierto, para designar esta experiencia: darse cuenta, realizarse de algo, caer en la cuenta, aunque quizás la más apropiada sea encenderse la bombilla...
Es preciso decir, a manera de inciso, puesto que no lo he dicho antes, que mis dos vocaciones principales, o al menos, a las que he dedicado más horas de entrega y placer en mi vida han sido el masaje y la escritura, esta última en claro e inevitable proceso de agotamiento, decadencia y defunción. Resquiet in pacem, y a otra cosa mariposa, que la vida son dos días etc, etc... Recientemente he incorporado otras actividades mas vitales y mucho más divertidas que el noble oficio de las letras, como escuchar y sentir la música, la danza (libre, se entiende) , la cocina, el tantra, y otras cosas cotidianas que la mayoría de la gente pasa por alto a mi lista de placeres inaguantables.
Pues bien, el insight, iluminación, encendidos varios, que me sucedieron llegaron a través de una cliente, ahora muy amiga, cuyo feed-back supuso para mi una revelación pareja o mayor que la que tuvo Moisés en la Montaña..
Para resumirlo muy mucho me dijo algo tan hermoso y tan sencillo como que había tenido la sensación de que mis manos la estaban creando conforme la tocaban, y que había sido una experiencia casi mística (en el sentido de unitiva)
Inflaciones de ego aparte, he de decir que semejante feed-back me conmovíó y me resonó en lo mas profundo, puesto que sentí que aquellas palabras ponían nombre a una experiencia creativa a la que me resultaba muy difícil, por no imposible, poner nombre. Quiero decir, cuando uno escribe, y se dedica a crear palabras de la nada sobre el inmaculado vacío de un folio en blanco, y le preguntan que es lo que hace pues dice que es escritor. Lo mismo le pasa al pintor con el lienzo, al músico con la partitura, al bailarín con el espacio, y al escultor con la piedra.
Pero es difícil definirse a uno mismo, y la experiencia creativa que se siente, cuando su acto creador es dar un masaje, y convocar a la vida piel, músculos, sangre, órganos, huesos y tejidos, a través de la consciencia, y de la energía creativa desplegada por ella, al igual que hacia Michel Ángelo, con la piedra fría. Y no quiero decir con esto que quien llega a mis manos sea un cadáver sin vida, sino que al abrirse la puerta de la presencia, cuya llave es siempre la respiración consciente, es posible sentir las zonas muertas, inanimadas, bloqueadas, resentidas, inertes o heridas y darles vida a través de la presencia, del amor, y de una actitud de entrega desapegada de cualquier resultado en uno u otro sentido.
No se si estas palabras exceden o se quedan cortas para describir la experiencia que siente todo creador, pero lo que si se es que el acto de crear llevado al masaje, o a cualquier contexto en el que se realice el contacto consciente (contact, danza, o sexo sagrado) es una acto sublime y una experiencia meditativa en si misma tanto para el que lo da como para el que lo recibe, y uno se pregunta al final, como en toda experiencia meditativa real, quien es el que da y quien es el que recibe. Quien es el terapeuta, y quien el paciente, quien el enfermo y quien el sanador.
El acto de crear, como acto de pura atención en el presente es no dual por si mismo.
Por eso el creador desparece, para luego renacer de una forma distinta en su obra, sin saber muy bien quien es y que es lo que ha pasado.
Tocar con consciencia, como pintar, esculpir, danzar, o escribir, significa morir al sujeto y al objeto, al actor y al guión, y convertirse en la acción, en la misma película.
Esto lo sabe todo creador, todo artista, pero pocos son los que han convertido el papel o el rol que les toca interpretar, en una ofrenda viva y palpitante.
La creación es una ofrenda en la que el dios creador que vive dentro de nosotros se ofrenda a si mismo. Y como se ofrece a sí mismo, vive siempre en cada creación. Y no solo vive en cada creación sino principalmente a través suyo, al igual que la presencia viva y divina que hay en nuestro interior vive en y a través de cada uno de nuestros cuerpos, a los cuales dota de vida con su aliento divino.
El creador es un tributario de ese aliento.
El aliento es el que crea, por eso en cada terapia, en cada masaje, al igual que en cada paso de danza, o movimiento de tai-chi ,u otra arte marcial, la respiración es la base, el alfa y el omega.
Las técnicas, las manipulaciones, los conocimientos, e incluso los movimientos mismos son subsidiarios del aliento.
Incluso el contacto, y la calidad del toque, la profundidad, precisión y delicadeza de cada movimiento son subsidiarios del aliento.
Todo, en este mundo, es subsidiario del aliento, porque el aliento es lo primero y lo último, lo mas cercano que tenemos y lo que a la vez, nos puede llevar mas lejos.
El aliento es lo primero, antes incluso que la luz, porque es el Hálito el que crea la luz y la oscuridad para verse a si mismo, para tomar consciencia de si mismo.
El Hálito es la luz de la luz, lo cual se traduce en este mundo como consciencia de lo que somos y de todo lo que nos rodea como una y misma inseparable presencia.
Esto es al menos lo que dice mi amiga, y antes que ella, han dicho muchos maestros, sobre todo los sufies (maestros como ninguno de la respiración y de los tesoros del corazón)
Pero esto es mejor dejárselo a los místicos.
A partir de ahora, cuando me pregunten lo que hago diré que soy un creador, y que creo con mis manos y mi aliento. Con mi palabra también, ya que la palabra esta hecha para ser el vehículo formal del aliento.
El aliento es la llave y la puerta de la presencia, la gasolina, por asi decirlo. Las manos son la herramienta.
Esto es lo mas sincero que puedo decir de mi trabajo.
También quisiera decir que soy escultor de cuerpos vivos, pero esto puede resultar incomprensible, ademas de pretencioso, vano y baladí.
Por eso lo único que se puede hacer es tirar del repertorio del americanismo de turno, que para estas cosas son inimitables, y añadir al concepto de bodyworker (que aquí no tiene traducción, pero que designa al profesional que domina, combina y sintetiza varias técnicas de trabajo corporal) el concepto de bodyart, que puede que no sea el idóneo, puesto que me lo acabo de inventar, pero que restituye al terapeuta y sanador, no solo su don y su deber de sanar, sino también su divino derecho a crear.
Pues el aliento, y la mano que lo sigue, crean y sanan en un mismo e inseparable acto.
Acto en el que dejamos de ser nosotros mismos, para ser mas nosotros mismos que nunca, o como culmina la película El Guerrero pacífico (de nuevo los americanos...), para ser nada mas ni nada menos que este preciso momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario