El Tao y el Vacío Creador

"Hay algo sin foma y perfecto
que existía antes de que el universo naciera
Es sereno. Vacío.
Solitario. Inmutable.
Infinito. Eternamente presente.
Es la madre del Universo.
A falta de un nombre mejor...
lo llamo Tao.

Fluye a través de todo,
dentro y fuera de todo,
y al origen de todo retorna.

El Tao es grande
El universo es grande.
La tierra es grande,
El hombre es grande.

El hombre sigue a la tierra.
La tierra sigue al universo.
El universo sigue al Tao.
El Tao se sigue a sí mismo."

Tao-Te-King, cap 25.

domingo, 28 de junio de 2009

El hombre con las suelas de viento.

Atravieso en las últimas semanas un ataque de nostalgia rimbaudiana, entendiendo como tal no la nostalgia que pudo sentir Rimbaud, cosa harto improbable, sino mi propia nostalgia de tiempos mas inocentes y salvajes en los que Rimbaud, mas que ningún fantoche vestido de sonrisa boba y túnica blanca, fue tanto mi fetiche como mi gurú espiritual.
Pero como todos los ídolos caen, también cayó mi poético gurú, cuando los frutos de su poesía no dieron para más, ni para él, cuando la abandonó, ni para mi, cuando comprendí porque la abandonó, ni para muchos más que comprendieron este abandono porque de alguna manera le acompañaron en sus descensos infernales y en sus ascensos paradisíacos, viviéndolos en sus propias carnes, a través de sus propias odiseas y exorcismos personales.
Hace unos días, releyendo parte de su epistolario que ya conocía, y leyendo cartas que no había leído antes, escritas desde Chipre, Africa, de Harrar y Aden mayoritariamente, volví a entender, mas profundamente si cabe que a los diecinueve años, el porque de su obsesión con hacerse un nombre, y el porque acabo sus días con un cinturón lleno de oro (eso lo entendería cualquiera que haya pasado hambre y precariedad en el nombre no ya de la poesía y el arte, sino de su mas profunda verdad).
No obstante, me sorprendió el hecho de que muchos de sus llamados críticos, y miríadas de fanáticos suyos no hayan entendido que lo mas valioso que nos dejo el advenedizo de la lengua de cuchillo, no fueron sus versos, ni su filosofía poética, ni siquiera sus delirantes y suicidas marchas hacia el infinito, sino precisamente lo que nunca dijo, lo que nunca hizo, y curiosamente lo que persiguió, al menos, durante su empresa poética: la compresión, la consecución de la suprema sabiduría, y la paz, la paz interna y la serena alegría del que habiendo comprendido y experimentado el mundo como parte de si mismo, ya no necesita nada ni tiene nada que demostrar.
O es que algún iluso o devorador de versos y composiciones tan bellas como retorcidas, de Rimbaud, o de cualquiera que en su siglo o en el venidero le copiaron con ahínco, cree por asomo que si nuestro héroe hubiese encontrado verdaderamente la eternidad (ese sol fundido con el mar), hubiese sentido el impulso de cruzarse medio mundo, inmolarse bajo un sol de justicia, y mutilarse a base de caminatas que ni los esclavos de su tiempo ni borrachos hacían?.
Seamos serios, o mejor, seamos irreverentes como nadie, y aceptemos que lo más acertado que el poeta advenedizo hizo nunca, lo más verdadero, lo mas coherente con sus descubrimientos, lo mas cerca de la eternidad que estuvo nunca es cuando tomó la sublime decisión de dejar el empleo de dulce (brutal en el caso que nos ocupa) mentiroso, el empleo de la escritura, porque se dio cuenta de que, sencillamente, ninguna forma vieja o antigua de componer, ningún arte o poesía tenía ni tendría nunca el poder de exorcizar el demonio que lo consumía, y que en realidad es lo único que quería.
Dejémonos de mitos: que tiene de razonable un razonable, estudiado y prolongado desarreglo de los sentidos, y otras idioteces para hacer películas taquilleras o de culto tipo Los Doors de Oliver stone, o Total Eclipse, de A. Holland??? (y ya que estamos, preferimos mil un veces la segunda).
Que tiene que ver la pose y la cultura “under” que trajo el arte y la poesía simbolista con la tradición chamánica, donde el desarreglo sensorial tiene su marco, su lugar, y su sitio?. Todas estas cosas no son sino las depravaciones de un occidente decadente y aburrido de si mismo , aunque la visión de Rimbaud fue esencialmente pura, vio lo que de degenerado había en la mascarilla estéril del hombre, y por eso decidió que había que implantarse verrugas!!! ...pero para volver a la belleza, y a la inocencia originales (no olvidemos que tenía 17 años: inocencia e inexperiencia en iguales dosis).
Rimbaud, como cualquier otro genio, vivió hasta el fin y la última consecuencia su delirio, pero lo hizo de una forma tan rápida, limpia, y eficiente, que hemos de agradecerle la verdad que su tránsito por los infiernos y paraísos de la mente nos trajo a nuestro aburrido y plano mundo.
Y la verdad, mas allá de las verdades de corte filosófico-poéticas de las que hizo uso, tipo yo es el otro (verdades que ya estaban medio cocidas, y que se sabían al dedillo dos mil años antes todos los adoradores de Baco, Cibeles, o Mitra, y la práctica totalidad de las tribus indígenas de la tierra) no fue sino esta: que la poesía y toda la grotesca y deprimente farándula artística que la rodea, esa porquería que se hace llamar arte moderno, solo sirve para cubrir la lepra de las viejas paredes.
Querían uds. el fruto de tres años de infiernos e iluminaciones sin término?. La gran y buscada Verdad?. Pues aquí esta. No hace falta ir mas lejos.
Y que conste que semejante blafemia e insulto no lo decía alguien que no amara la poesía, lo decía un poeta- no un rimista, o un cantor de versos- verdadero (uno de los pocos que ha habido sobre esta tierra). Lo decía un poeta verdadero que descubrió demasiado pronto lo que Nietzsche repetiría años después: que los poetas mienten demasiado.
Todos los poetas mienten, todos sin excepción, porque si no mintieran ya no serían poetas, serían barrenderos, o panaderos, o charcuteros, o sastres. Pero mienten de una forma tan deliciosa, sutil, y encantadora, que todos queremos que nos mientan, y que nos sigan mintiendo toda la vida, porque los poetas saben hacerlo, y lo hacen de una forma mil veces mas bella que los políticos, los jueces, los abogados, o los amantes.
Y no mienten porque ellos lo quieran... Mienten porque desean alcanzar La Verdad o la Belleza, sin pagar el precio que requiere. Y este precio no es otro mas que descubrir y aceptar que la poesía es solo un medio para alcanzar la otra orilla, y que cuando uno llega al otro lado, sencillamente tiene que quemar la barca, despedirse de ella con reverencia, agradecer la travesía, e irse.
Pero la maldición del artista, la cárcel del creador, es que se queda varado en sus propias creaciones, y termina por olvidar que sus creaciones son simplemente fantasías, nubes transitorias que por un momento nos reflejan la belleza que llevamos dentro.
Rimbaud se dio cuenta de esto, y su Gran Decencia (fue el poeta mas Decente de su tiempo) fue aceptar su “fracaso”, y cerrar la boca para siempre.
Y esta es su hazaña, aceptar su fracaso fue su gran triunfo. El vio lo que en la poesía y en el arte en general había de corrupto (en realidad vio lo que había de corrupto en el espíritu humano y en toda la sociedad, y lo encarnó sin miramientos para reflejárnoslo), y jugo con todas las formas posibles del lenguaje para regenerarlo, para devolverlo al Lenguaje Universal (ese Conocimiento Silencioso al que alude don Juan Mathus, por ejemplo), que ya fue hace milenios., y que sigue siendo, en el generoso pais del presente eterno. Y lo hizo hasta que se topó de bruces con el gran Maestro, con el vacío, con el Gran Silencio.
Y no fue el primero, Nagarjuna lo hizo mil y pico años antes, y lo hizo sin coste para su salud o su juicio, porque el entorno que le envolvía era una tradición encarada desde hacia siglos con el vacío como fundamento de todo lo que existe.
El Sufrimiento de Rimbaud no fue “su descubrimiento”, puesto que no descubrió nada nuevo. El Sufrimiento de Rimbaud fue que se sabía un alma salvaje y pura en medio de un horda de cilvilizadas fieras, y se sabia suficientemente bueno como para interpretar todas las formas posibles de embrutecimiento para zafarse del veneno de morir como un cordero: su sufrimiento fue elegir entre morir y dar muerte, así que opto por su supervivencia, como habría optado cualquiera.
La alquimia del verbo fue solo el símbolo de lo que esta salvaje interpretación supuso en su vida. Su vida de aventuras solo fue un pretexto para huir, huir de la pesadilla de haber tocado la verdad de la vida con las yemas de los dedos, y haber quitado las manos antes de ser devoradas por el fuego.
Sin embargo, una cosa le falto, a él que denunciaba y decapitaba la falsedad y la cobardía de los falsos artistas como si estuviese en la bolera, le faltó el valor, y ni todo el desarreglo de los sentidos, el desierto, el calor, y el cansancio del mundo le hicieron capaz de soltar y desprenderse de lo que tanto despreció, y que sin embargo fue siempre la fuente de su alimento: la decadente y vanidosa cultura en la que nació. Ni como poeta maldito, ni como traficante de armas o mercancías, se libró el advenedizo de la orgullosa herencia de su cultura.
Rimbaud fue un genio precoz, un verdadero superdotado, y como todos los niños precoces fue caprichoso, voluble, inmaduro, egocéntrico, y tirano...los psicólogos del inconsciente habrían o habrán escrito ya teorías y tesinas sobre su obsesiva relación con su madre, la ausencia de su padre, etc, etc...me da hasta curiosidad pensar que diría un B. Hellinger de las constelaciones familiares de nuestro mito.
Pero esto son solo notas a pie de página de su vida.
Si Rimbaud hubiese estado realmente interesado en hallar la Comprensión Suprema, La Gran Sabiduría, etc, etc... se habría hecho discípulo de un yogui, probablemente de la secta aghori, o se habría mezclado con la indigenia abisinia, etíope, egipcia, o simplemente se habría quedado en Francia contemplando la eternidad, no solo en el ocaso, sino en el ajetreo, incluso burgués, de todos los días.
Su obsesión por el oro, por hacerse una fortuna fue su forma de demostrar no solo su desprecio por su cultura natal, sino su pertenencia a la misma. Lo mismo habría dado que se hubiese dedicado a ser misionero y a evangelizar a los “pobres negritos”.
La alquimia del verbo le llevó cerca, muy cerca de la Verdad. Descubrió que la Verdad , y la Paz que le sigue , moraba mas allá del ámbito de las palabras, y aunque decidió callar, no tuvo el valor y el coraje de seguirla. No tuvo el valor de seguirla, pero encontró el valor de huir, de caminar, de burlar a sus fantasmas imposibles y sus soñados absolutos por medio mundo. No tuvo el valor de seguirla porque seguirla habría supuesto dejar de perseguir al fantasma de su padre, y echar raíces en algún sitio.
Se calló, no escribió un verso más, pero siguió conjurando fantasmagorías, que terminaron por consumirlo y convertirlo en un tullido.
Le faltó amar la verdad de su cuerpo, como amo la verdad de su espíritu. Siguió hasta el fin todos sus impulsos, consiguió pasar por el mundo como un cometa memorable y dejar una huella imborrable, pero no pudo o no quiso convertirse en un estrella desde la que alumbrar al mundo con su luz y su sabiduría.
Quizás era imposible.
Quizás su destino era vislumbrar al sabio en el que no pudo, o no quiso, convertirse. Quizás su destino era y siempre fue pasar de largo, y deleitarnos con la belleza de su paso, tan fugaz como terrible.
Quizás era ese su destino, o quizás, él quiso creer que ese era su destino.
O quizás, simplemente, todo esto le importaba un bledo, y solo intentó encontrar su lugar en el mundo, sin traicionarse demasiado a sí mismo.
Conjeturas.
No importa, esa fue su elección y su lección de vida, solo la suya, y nadie puede ni podrá jamás comprenderla, ni mucho menos juzgarla.
Lo importante es que vivió su vida como pudo, y su vida nos dejo inmensa belleza, belleza que nos arrojaba y nos arroja a un abismo (infierno o paraíso) de inocencia y pureza aun incorruptas.
Y sólo por eso hemos de estarle inmensamente agradecidos.
Agradecidos por haber sido un cometa, y de haber aguantado el terrible incendio y empuje de un cometa bajo una piel humana.
Por haber seguido su verdad, aunque su verdad estuviese contenida en el incesante peregrinar de un cometa, y no en la órbita de una estrella estable y duradera.
Pues este es el destino de los cometas, pasar de largo, y sembrar con su estela semillas de vida, traer cambios, creando o destruyendo, para que la vida no se estanque y pueda seguir su camino evolutivo.
Así que gracias y adiós, querido advenedizo.
Así que salgo del fnac con el corazón agradecido, despidiéndome internamente de uno de mis últimos y mayores mitos, sintiendo y comprendiendo mucho de mi vocación errante y vagabunda, y con la firme convicción de que prefiero encontrar la eternidad y acabar mis días pelando calabacines, dando masajes, u observando y admirando en silencio el arte de vivir y ser libres de las cosas que reconozco en Devi, que entre las dunas de uno de los muchos desiertos que existen , o en el camastro de un hospital, con o mis piernas destrozadas, y mi mente peor todavía.
Ya que deseo la paz y la felicidad verdaderas, se que es mi destino ser feliz y tener paz, puesto que el deseo es el destino.
Probablemente no las encontraré de la forma exótica y aventurera que había soñado, sino que me saldrán al paso, sonriéndome con una mueca burlesca por no haberlas reconocido antes, mientras yo, probablemente en la cocina, o en la bañera, asienta con la cabeza, mientras sigo preparando ese arroz con verduras que me sale tan rico, o embadurnándome todo el cuerpo de esa espuma en la que el sol se deshace en mil colores y matices indefinibles, que chisporrotean en todas las direcciones, y cuyas fosforescencias, que me gustan tanto, cambian y mueren bajo mis párpados.

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