El Tao y el Vacío Creador

"Hay algo sin foma y perfecto
que existía antes de que el universo naciera
Es sereno. Vacío.
Solitario. Inmutable.
Infinito. Eternamente presente.
Es la madre del Universo.
A falta de un nombre mejor...
lo llamo Tao.

Fluye a través de todo,
dentro y fuera de todo,
y al origen de todo retorna.

El Tao es grande
El universo es grande.
La tierra es grande,
El hombre es grande.

El hombre sigue a la tierra.
La tierra sigue al universo.
El universo sigue al Tao.
El Tao se sigue a sí mismo."

Tao-Te-King, cap 25.

miércoles, 3 de junio de 2009

Dualidad, Unidad y Totalidad. Su función en el proceso creativo.


Ríos y ríos de tinta se han escrito sobre estos conceptos, y sin embargo la esencia de lo que la dualidad implica se nos escapa. Same the same sucede con la unidad y la totalidad.
Hace bien poco he tenido un poco amigable cambio de impresiones con un hermano del alma, por la única y bendita razón de aceptar mi dualidad, mi danza privada dentro de ese baile eterno y cósmico que interpretan la luz y la oscuridad.
Pero empecemos desde el principio: Que es la dualidad? Que es la unidad? Pueden definirse? Existe alguna posibilidad de sentir, o comprender internamente (ya que esto es el sentir) lo que significan, mas allá de una percepción intelectual?
Desde la mente dual, o discriminativa, que es la que usamos para el raciocinio, tanto la dualidad como la unidad son conceptos relativos, y en cuanto que relativos, según rezan los principios de la lógica budista, no pueden tener existencia propia.
Esto es relativamente sencillo de entender, no puede haber una unidad si no hay previamente una multiplicidad en base a la cual se cree la unidad. De igual modo no puede haber una dualidad si no existe previamente una unidad de que la dualidad se haya excindido. Pues bien, este es precisamente el juego intelectual de cadenas relativas sin fin que queremos evitar, porque nos impide llegara a una comprensión profunda, no de lo que es la dualidad y la unidad, que son meramente conceptos, sino de lo que significan, que es lo que realmente nos interesa en la vida.
El significado interno, o sentir, de la dualidad es la separación, porque el sentimiento inherente que crea la dualidad es la separación entre elementos aparentemente opuestos e irreconciliables. Así todos los pares de opuestos: blanco-negro, luz-oscuridad, noche- dia, dualidad-unidad, la lista es interminable.
Este modo de ver las cosas, dividiéndolas en opuestos, es el subproducto de un implante o programa mental que todos llevamos en el cerebro, fruto de la ilusión de la separación.
Si vamos un paso mas allá de esta ilusión, veremos que la existencia misma de los opuestos se basa en la existencia de su contrario, es decir, que es la noche lo que define al día, la luz a la oscuridad, el blanco al negro, y viceversa, así con cualquier opuesto que imaginemos.
Llegados a este nivel, la dualidad de los opuestos, sean cuales sean, queda trascendida, y entramos en el terreno de la polaridad, que ya no se define por dos polos opuestos, sino complementarios.
Esta, la polaridad, es la fuente de todo movimiento, movimiento que se produce cuando la energía se desplaza de un polo a otro del espectro de la consciencia, sea al nivel que sea, físico, emocional, o mental. No hablamos aquí del espectro espiritual, porque aquí incluso la misma polaridad es trascendida.
Los polos son complementarios porque se definen mutuamente, y porque cada uno le da la existencia al otro. La energía, o la emoción, es el movimiento de la consciencia de un polo a otro del espectro de su propia manfestación, en busca de la Unidad, es decir, en busca de si misma. La ley que rige este movimiento es la ley de la atracción o al ley del amor, cuyo único objeto es lograr que todas las cosas confluyan en todas las cosas y se reconozcan a si mismas como una sola. Es decir, que el amor es la consciencia que sale de si misma y vuelve a a sí misma, y se reconoce como tal, a traves de cualquier espejo.
Pero volvamos al conflicto dualidad (o polaridad) vs unidad.
Mucho podría decirse de las implicaciones de la polaridad en nuestra realidad, de como es necesaria para el proceso creativo. El proceso de crear necesita de la ilusión de la separación como base para crear cualquier realidad. Por eso la primera creación es siempre la ilusión de la separación, la dualidad (ahora polaridad) para que la energía creativa pueda circular de un polo a otro del espectro de la consciencia.
En términos mas simples podemos decir que si Dios, o la Suprema Unidad, no se hubiese separado de sí mismo a través de la ilusión de la dualidad, el retorno a la Unidad, o el mismo Amor, no sería posible. Desde un punto de vista mas complejo, o místico, sin la ilusión de la dualidad, sin la separación, la Unidad no podría tener consciencia de si misma, porque la consciencia necesita siempre de un objeto de la que ser consciente, aunque sea si mismo, y aquí, todavía, hay dualidad.
Esto puede parecer complicado, pero no puede ser mas sencillo.
La Unidad Primigenia de la que hablan todos los mitos no podía, ni puede, ni podrá ser nunca auto-consciente, porque para ser consciente de sí misma sería necesaria una división: por un lado el estado de unidad, y por otro lado la consciencia de unidad. La Unidad Primigenia es de por sí un estado inconsciente, de inconsciencia absoluta y de entrega total, y su correlato consciente, al otro lado del espectro, es la Presencia Absoluta, la Consciencia Cósmica, o el Testigo Universal.
Esta es la dualidad primordial en la que se separa la Unidad: Presencia y Entrega, o Sueño y Vigilia.
Todos nosotros atravesamos todas las fases y espectros de la consciencia, desde la Unidad Primordial que se da en el sueño profundo, donde ni siquiera hay un recuerdo de haber soñado, siquiera de un soñador, hasta el estado de presencia lúcida, en la que presenciamos la realidad como parte de nosotros mismos, pero desde una consciencia despierta y atenta, pasando por el sueños con sueños, y estado de vigilia convencional o racional.
Y todos nosotros, lo sepamos o no, estamos tal iluminados como oscurecidos, habiendo de realizar este viaje de la unidad inconsciente a la unidad consciente no sólo de una forma espontánea y natural, como lo hacemos cada dia, sino consciente y lúcidamente a lo largo de un proceso de despejamiento que puede durar toda la vida o a veces, en algunos casos excepcionales, apenas un guiño.
La unidad, como estado de unión con todas las cosas, presupone la existencia de muchos, de la multiplicidad. Lo mismo pasa con la dualidad, que es una forma de reestructurar y separar de una forma más simple la multiplicidad y complejidad de la Creación.
Ambos dos, unidad o dualidad, son dos marcos que pretenden encerrar dentro de sus limites a la multiplicidad. El universo es múltiple, la consciencia es múltiple, y también lo es el Dios/Diosa Todo lo que existe.
Todos, o casi todos, hemos sido educados en la creencia de una creación múltiple que viene de un Dios Creador. El Uno como preexistencia, o auto-existencia, se supone anterior y no simultáneo a lo múltiple. Y sin embargo, todo en la vida, tanto en los mundos interiores como exteriores, densos como sutiles, habla de multiplicidad. La unidad es un estado de ser en el que estamos conectados con el todo, en el que somos ese todo, pero en el que seguimos siendo todo, no Uno. Somos Uno en el sentido de estar interconectados, de sentirnos parte y la vez todo, de una entidad o consciencia mucho mayor. El uno, como el dos, el tres o el cuatro, es un concepto mental. Sin embargo, el significado, el sentimiento de la unidad es real, al igual que lo es el sentimiento de separación o la dualidad que posibilita la expresión de la unidad en la dualidad. Ambos son igualmente válidos y sagrados, y ambos, unidad, y dualidad, son fruto del pensamiento creador.
El pensamiento crea el espacio necesario para crear y el tiempo necesario para evolucionar. Sin tiempo la evolución seria imposible, y sin espacio la creación no tendría lugar. Por lo tanto, la separación, la dualidad, es fruto de la voluntad divina, es la expresión de su pensamiento divino, al igual que lo es el reconocimiento o la integración de la unidad.
La unidad primigenia o inconsciente se separa de si misma solo con el objeto de poder reconocerse en el otro, en los otros.
Por que?
Para volverse auto-consciente, porque en este reconocimiento encuentra su propia identidad, una identidad que evoluciona con su propia creación, a través de sus propias creaciones. El único propósito de la creación, de la evolución, es la expansión de la consciencia, o dicho de otro modo, que la unidad inconsciente se vuelva auto-consciente. Y para que este reconocimiento tenga lugar, es necesario la ilusión de la separación, la aventura de crear en el espacio y evolucionar en el tiempo.
Esto es, grosso modo, lo que viene a decirnos Martin Heiddeger en su obra el Ser y el Tiempo.
Dios no es solo el Alfa y el Omega de la Creación, no es solo el Principio, o el Creador, sino la misma creación creando nuevas formas de pensamiento y de conciencia. Dios es la posibilidad pura que se reconoce a si misma cuando esta se crea y se materializa. Dios es el vacío creador, que alberga las infinitas posibilidades de la creación.
Desde el punto de vista del creador, no hay cualquier diferencia entre unidad y dualidad, al igual que no la hay entre la luz y la oscuridad, el bien o el mal, porque todo es útil y sirve al proceso creativo, todo trabaja para este reconocimiento, que es el sentido, el thelos y el fin de la existencia.
La unidad, la dualidad, la polaridad, son solo pensamientos, nada de esto existe por si mismo, solo existe el sentimiento, que es siempre real, de estar unido o separado, y el vacío donde todas estas opciones, u otras muchas, puesto que la multiplicidad es infinita, son posibles.
La multiplicidad es la manifestación visible o sensible del infinito de posibilidad, y este infinito es lo que llamamos Dios, aunque su verdadero nombre es vacío, porque ningún nombre, ni unidad, ni ningún otro, puede definirlo.
Rilke decía que no era Dios el que nos había creado a nosotros sino nosotros los que creábamos a Dios a través de nuestro potencial creativo, puesto que Dios es la creación pura.
Harry Haller, el desgarrado y fascinante protagonista de la novela de H.Hesse, el lobo estepario, sufrió de la dualidad con la que él mismo había cercenado y limitado la multiplicidad de su alma, hasta que fue capaz de aceptarse a si mismo, no como el lobo estepario VS Harry Haller, sino como la multiplicidad de un alma sublime y compleja en el que cabían todas las formas posibles, bellas, monstruosas, demoniacas o divinas, de expresión.
Solo al aceptar su multiplicidad, no su unidad o dualidad, sino su multiplicidad, como su verdadera naturaleza, su espíritu consiguió la paz, y pudo fluir con la vida.
Lo mismo pasa con otros protagonista de otras novelas hessianas, como Sidharta, Goldmundo, o Emil Sinclair, personajes torturados por la dualidad que solo trascienden en la aceptación de la multiplicidad e infinitud de su alma.
Y lo mismo sucede en el interior de cada ser humano, en el que se libra una particular batalla consigo mismo, hasta que logra reconocerse como totalidad, trascendiendo la dualidad, e incluso, la misma unidad, porque mientras la dualidad habla de ser dos, y la unidad de ser uno, la totalidad habla de ser todo en todo, es decir, ninguno.

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